dimarts, 10 de gener del 2012


La desesperación es la emoción que más se evita.
Hacer frente a la desesperación significa dejar de lado cualquier historia sobre la desesperación. Simplemente encontrarte con ella con inocencia para poder descubrir lo que hay en el fondo. Entonces puedes descubrir que tu desesperación guarda un tesoro en las profundidades de ti mismo.
La mayoría de gente preferiría deshacerse de su desesperación y sólo experimentar dicha, pero esto es una forma de fascismo, de fascismo espiritual, que sólo quiere la dicha. La dicha es agradable y te hace feliz, mientras que la desesperación es desagradable y la quieres lejos de ti. Esta tendencia da origen a un punto de vista totalitario, ya sea material o espiritual.
¿Estás dispuesto a invitar a la desesperación, a la que has odiado, a la que has enviado lejos de ti, a tu corazón? ¿Estás dispuesto a ver, que odiar la desesperación y enviarla lejos no hace que te libres de ella? ¿Estás dispuesto a decir: "Vale, desesperación, entra. Déjame conocerte como eres"?
Pero no tienes que hacerlo. Puedes aferrarte a tu desesperación o ira para siempre, e incluso las puedes transmitir a otros. Pero cuando acoges a la desesperación, te alineas con ella. Realmente puedes sentir placer al estar alineado, y este alineamiento es incluso apropiado en ciertos momentos. Pero… ¿puedes también estar en consonancia con lo que descubres en el fondo de la desesperación? Ese núcleo es la verdad de tu Ser. Si estás alineado con eso, estás alineado con todo – nada queda excluido.
Hay tanta pena sin experimentar en el corazón cerrado. Sin embargo, el corazón que se rompe hasta abrirse deja la pena en libertad. Cuando acoges tu propio dolor, tristeza, o desesperación con totalidad, descubres que éstas guardan la gema de la verdad.
La confusión surge porque algunas enseñanzas espirituales dicen que es necesario desapegarse del mundo para iluminarse. El concepto del desapego puede ser confundido con la liberación del dolor; una forma de anestesia para que no tengamos que experimentar los dolores de la vida. Si no estás dispuesto a experimentar plenamente las penas del amor, las penas del corazón que se rompe, cierras tu corazón en nombre de la comodidad y el control, e incluso en el nombre de la iluminación.
Renuncia a toda idea de desapego y vive tu apego plenamente. Experimenta el dolor y la belleza del apego, y la pena que sientes cuando se te arrebata eso a lo que te apegas. Entonces reconocerás lo que nunca puede des-apegarse, lo que no es una existencia estoica, insensible, sin emociones, inhumana, sino lo que es libre y conscientemente todo.

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